Edificio administrativo para bodega.

Fecha y Lugar: 2022. La Seca (Valladolid).

Autores: MADE.V arquitectos – Eduardo Carazo Lefort, Daniel González García, Alvaro Moral García, César F. Prados.

 

El presente proyecto da respuesta a la necesidad de implantación de un nuevo pabellón administrativo vinculado a una bodega de producción. Su redacción obedece a la decisión de la propiedad de ampliar el conjunto edificado con un edificio administrativo, en el mismo pago donde actualmente se sitúa la sede principal de la bodega con dos edificios previos, uno de los cuales fue proyectado hace años por uno de los arquitectos que esto suscribe. Esta intervención menor —en escala, que no en intención— se concibe como una operación quirúrgica sobre el paisaje vitivinícola.
El nuevo volumen se formaliza como una pieza compacta, esencial e introvertida, cuya configuración parte de la yuxtaposición de dos cajas opacas ejecutadas en bloque de hormigón de textura rugosa a un gran prisma de cristal. Estas cajas, que albergan los espacios de uso más reservado, actúan como contrafuertes funcionales y simbólicos: flanquean los accesos, ordenan el ingreso y anclan la pieza en su contexto.
Entre ellas, el espacio administrativo se resuelve como un espacio diáfano y funcionalmente flexible, protegido únicamente por una envolvente acristalada de doble orientación. Esta membrana transparente establece una relación de continuidad visual con el viñedo, permitiendo que el paisaje penetre hasta el interior y quede inscrito en la experiencia espacial del edificio. En los laterales, el vuelo del forjado tanto en suelo como en techo acoge una celosía de chapa perforada que filtra la luz y protege climáticamente los grandes paños de vidrio, matizando la relación entre interior y exterior.
El pabellón se proyecta con la voluntad de ser una pieza abstracta, contenida, casi silenciosa, que se posa sobre el terreno con la misma delicadeza con que la agricultura ordena la tierra. Se sitúa perpendicular a las hileras de parras, buscando encuadrarlas y dignificarlas, al tiempo que se eleva ligeramente del suelo natural. Este gesto, más allá de su utilidad técnica, introduce una cierta distancia reverente respecto al campo, permitiendo que la topografía y los flujos del lugar continúen su curso bajo la arquitectura.
Las instalaciones se concentran en la cubierta, conectando las dos cajas laterales y liberando el espacio central para dotarlo de mayor altura y protagonismo espacial. Esta banda técnica aloja todos los dispositivos mecánicos —suelo radiante, colectores, unidades de apoyo en frío, intercambiadores de calor—, ocultándolos en una solución compacta y eficaz, consiguiendo un edificio de consumo casi nulo.
El interior se pavimenta con un gresite de tonos verdosos que dialoga cromáticamente con el paisaje vegetal que rodea el edificio y hace un guiño metafórico al vidrio verde de las botellas de vino verdejo de la bodega. Las paredes y techos se revisten con lamas de madera, introduciendo una atmósfera cálida, casi doméstica, en el ámbito laboral. La intención es clara: habitar el trabajo sin renunciar al confort ni al paisaje privilegiado que lo rodea; producir sin desatender la experiencia sensible del lugar.